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miércoles, 16 de febrero de 2011

LAS MANOS DE MATTEO

                                                       Esta mañana me he reencontrado con un viejo conocido (aunque en realidad no es viejo, lo dejaremos en madurito interesante). Hacía mucho tiempo que le debía una visita, pero... me pongo tan nerviosa en su presencia...Total que me armé de valor, llamé y quedé citada con él. Ufff, no os podéis imaginar que nervios esperando que llegara el día y la hora. ¿Cómo estará?Hace mucho que no le veo. Y él, ¿cómo me encontrará a mí? Bueno, pronto lo sabría. He llegado puntual como, salvo algún contratiempo, suele ser bastante habitual en mi. Según subía en el ascensor he comprendido el por qué de los espejos que tooodos tienen. Me he recolocado el pelo...todo en orden. ¡Vamos para allá! Dos respiraciones profundas antes de tocar el timbre y a esperar. ¡Menuda sorpresa me he llevado cuando he visto que abría la puerta su mujer! ¡¡Vamos a ser tres!! Esto no me lo esperaba, pero...puede resultar interesante. ¿Por qué no?
      He tenido que esperar un poco antes de entrar en la habitación porque Matteo todavía no estaba listo. Le gusta mucho cuidar los detalles, y a mí...¡a mí  me vuelve loca que los cuide tanto! Por fin ha llegado el momento y después de un montón de tiempo nos hemos reencontrado. Saludo cordial y cariñoso, como no podía ser menos. Y...bueno....como estas cosas cuánto antes se hagan, mejor (por eso de que si uno se lo  piensa mucho igual al final se arrepiente), pues hemos "entrado en materia" rápidamente.
    Para mi sorpresa, la mujer de Matteo, en vez de participar se ha dedicado a estar ahí mirando, aunque bien es cierto que alguna vez también ha ayudado. Al principio casi me he asustado un poco. La esposa de Matteo ha dicho: ¿llegaremos a los 25? Yo no recordaba "esos 25" en otras ocasiones, o igual  con prisas, no los aprecié tanto. El caso es que Matteo, que siempre ha sabido leer mis gestos a la perfección, se ha dado cuenta y enseguida ha replicado: No te preocupes, voy a ir muy despacito, ya lo sabes. Claro, así...pues no me han quedado otras que decirle: si ya sé que estoy en muy buenas manos, pero ya me conoces,  al principio siempre estoy nerviosa.
      Bueno, pues al final no han sido 25 sino 22. Después de hora y media ahí con una postura, digamos poco ortodoxa, llevaba el cuello y la boca que no los sentía, pero al final todo ha ido a las mil maravillas y las manos de Matteo en mí (esas manos) han vuelto a obrar el milagro.

     P.D. Los 22 no son cm, sino mm. Milímetros de raíz de una muela que me han tenido que desvitalizar. Pues sí queridos amigos-lectores: hoy he ido a ver a Matteo, mi dentista. ¡¡Y menuda mañana de nervios!! ¿Qué os habíais creído?





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