Así es queridos lectores. Esta madrugada hemos dicho adiós al invierno.
Aaaaayyy, el invierno...esa estación odiada por la mayoría y en cambio defendida y añorada sólo por unos pocos.

Otro ritual excitante es el cambio de ropa en el armario. A quién no le gusta subir, bajar y mover prendas en los armarios. ¡Pero si es de lo más entretenido! El problema está en cuándo hacerlo. ¿Será demasiado pronto? ¿Volverá a hacer frío? No te preocupes. La cambies cuando la cambies, siempre tendrás que volver a echar mano de lo que has colocado en el lugar más inaccesible del armario.
Una vez que el ropero está listo para la nueva estación viene la prueba de fuego. Echas un vistazo a esa ropa ligera del año anterior. ¡Incluso hay prendas que ni recordabas tener! Y como te encanta el calor y lucir palmito, te la empiezas a probar. Coges ese pantalón de lino que tanto te gusta, te lo subes y...¡horror! Pero ¿cómo puede ser? Si el verano pasado me quedaba estupendo, cómo es posible que ahora me apriete y me marque toda la celulitis!! Un momento...¡¡¡celulitis!!! ¡Pero si yo la temporada pasada estaba estupenda! ¡Qué ha pasado! Ah, ya sé. Seguro que en el último lavado antes de mandar el pantalón a dormir durante el invierno encogió. Ha tenido que ser eso.
Una vez recuperada del susto coges una camiseta y para comprobar que estás en lo cierto, y que tú sigues igual de fantástica, te la pruebas. Ya al ponértela te cuesta bajarla un poco más que de costumbre, pero es lógico: tanto tiempo ahí guardada en el altillo...y si se lavó junto con el pantalón, pues es normal que haya encogido algo también, pero como es algodón...Te miras en el espejo y ahora es cuando tus constantes vitales se empiezan a desestabilizar. Madre del Amor Hermoso, pero ¿qué es esto que me sale aquí debajo del pecho? Pero si yo tenía una lorcita casi inapreciable que resultaba de lo más graciosa, y ahora…ahora…uuuff…ahora…¡pero si parezco un naufrago con el flotador puesto! Desesperada compras cremas reductoras, buscas esa dieta milagrosa que una amiga te pasó porque a ella se la pasó otra amiga que conocía a una vecina que la hizo y perdió cinco kilos en una semana y te apuntas a un gimnasio para comenzar cuanto antes con la "operación bikini" y no ser el hazme reir de la piscina. ¡Qué vergüenza lucir un cuerpo "normal"!
También podrías ir a dar largos paseos por el campo que resulta más económico que el gimnasio. Aire puro, sol...¡Con lo que te gusta que llegue el calor! Pero claro, entre el polen y los insectos...
Aaaayy...pero qué ganas tengo de que llegue el invierno...